No se si mi grado de exigencia se ha vuelto demasiado elevado o si mi capacidad de lectura es ahora más limitada, pero lo cierto es que el porcentaje de libros cuya lectura abandono antes de terminar se ha incrementado notablemente en los últimos tiempos. Normalmente antes de empezar cualquier lectura me informo de que la calidad de la obra y de su autor esté contrastada y de que el argumento me atraiga. Pero aún así, muchas veces me equivocó en la elección y al cabo de unas pocas hojas abandono la lectura de aquel libro que con entusiasmo había elegido.
Lo cierto es que me parece una perdida de tiempo intentar leer libros cuyo argumento me parezca absurdo, repetitivo o aburrido. Me niego. Los cierro y los devuelvo a la estantería. A veces me da pena y pienso que más adelante debería darles otra oportunidad, pero en el fondo sé que no ocurrirá, que ese libro que acabo de abandonar está sentenciado. Estos libros son como un camino difícil y empedrado que intentas atravesar con tu bici, pero te das cuenta que ni el paisaje es bonito, ni disfrutas del paseo y por eso decides darte la vuelta.
Hay otros libros que, aún siendo consciente de que son buenos y me van a encantar, no soy capaz de leer en un momento determinado. A estos también los devuelvo a la estantería pero en este caso sé que volverán a estar en mis manos en otras circunstancias en otro momento en el que pueda enfrentarme a la dificultad de su lectura con más fuerzas. Porque vencer la dificultad de un libro que, en un momento dado, te parecía imposible de leer hace que disfrutes mucho más de su lectura y se multiplica la satisfacción al acabarlo. Estos libros son como un puerto de montaña, que una vez alcanzada la cima hacen que te sientas pletórico, y se te olvide de inmediato el sufrimiento que has pasado para culminarlo.
Y luego están los libros que desde el primer momento te hacen disfrutar, cuyas páginas pasas sin darte cuenta, y que se terminan mucho antes de lo que desearías. Siempre se hacen cortos. Son como un descenso a tumba abierta de un puerto tendido pero sencillo de bajar.
Voy a recomendar un libro que para mi ha sido como el descenso del Tourmalet. Se trata de Brooklyn Follies de Paul Auster. Después de leer varios libros de Auster creo que este es el más optimista. Abandona aquí su particular universo de las casualidades, el azar y el destino, para crear a un personaje irrepetible. Se trata de Nathan Glass, un agente de seguros jubilado que acaba de separarse. Después de superar un cáncer decide regresar a su Brooklyn natal, convendido que sus días están contados. Lo que en principio iba a ser un camino hacia la muerte se convierte en una camino hacía la vida.Lo que en manos de un mal escritor podría convertirse en un conjunto de historias ñoñas y cursis, en manos de Auster se convierte en una novela excelente y que además resulta reparadora, casi terapéutica.